La psicóloga Ana Notivoli muestra a través de su libro una reflexión sobre la salud mental desde el acompañamiento terapéutico en niños y adolescentes
El lunes 11 de noviembre, la psicóloga Ana Notivoli presentó en la Sala Ebro del Edificio Grupo San Valero el libro «Relatos de mi diván», una publicación sobre salud mental desde el acompañamiento terapéutico en niños y adolescentes. La presentación estuvo organizada por la Letrame Grupo Editorial y Cultura USJ, y conversó con la autora Marta Guarch-Rubio, Vicedecana del Grado en Psicología de la Universidad San Jorge.
En esta publicación, Notivoli recoge casos reales que, como psicóloga, ha atendido en su consulta, representada idealmente a través de un metafórico diván donde las personas −los pacientes, pero también sus familias−, afrontan junto a la profesional sus miedos, temores y patologías y adquieren herramientas o estrategias personales o de acompañamiento.
Los casos clínicos y testimonios recogidos por Notivoli describen temáticas psicológicas infantojuveniles, con una lectura ágil que invita a reflexionar sobre el mundo infantil y adolescente desde una mirada adulta.
Marta Guarch-Rubio comenzó la conversación con Notivoli recordando la importancia de los profesionales en psicología, ya que muchas personas, desde la buena fe o sus mejores intenciones, conciben la «ayuda» psicológica como «sentido común», lo que puede agravar la situación o problemas de la persona «ayudada».
Ana Notivoli destacó que «un diagnóstico precoz es fundamental, especialmente en estas etapas de desarrollo», y el problema viene muchas veces «por los miedos y estigmas de las propias familias», que en ocasiones se niegan a aceptar un problema de salud mental. Ana Notivoli trata de normalizar esas reacciones, proporcionando herramientas y pautas que permitan al entorno de esos niños y jóvenes ser conscientes de la necesidad de un acompañamiento y cómo llevarlo a cabo.
Cómo se muestran las familias en la consulta
Guarch-Rubio se interesó por saber qué actitud tienen las familias al acudir a consulta. La autora explicó que hay familias que acuden desde que tienen sospechas de la posible existencia de un problema y acuden con predisposición a aprender y mejorar las condiciones de sus hijos e hijas, con un acompañamiento responsable. Pero se centró en otro tipo de perfiles, tristemente habituales por el prejuicio y estigma frente a los problemas de salud mental tan extendido en nuestra sociedad: por un lado, aquellas familias o entornos que, conscientes de que algo ocurre, han hecho un periplo por todo tipo de especialistas médicos buscando una explicación puramente física, evitando pensar en la necesidad de tratamiento psicológico. Y por otro, el de aquellas que niegan el trastorno hasta que la situación «explota y, cuando son conscientes, todo son prisas». También encontramos en el libro situaciones en las que las familias, una vez que han dado el paso de poner al menor en manos de profesionales, se desentienden del acompañamiento. «Con estos perfiles, si no hacen los tratamientos, actividades o pautas marcadas, la terapia no sirve de nada», explica la autora.
Otra de las barreras que encuentra la psicóloga es que muchos adultos esperan que un niño se comporte como un adulto, lo cual va contra toda lógica. El problema es que ese menor, al no cumplir las expectativas irreales que le imponen, pasa a ser etiquetado de «malo», y ese es un estigma muy poderoso que puede derivar en profecía autocumplida, ya que «aprende» que es malo y repite los patrones de comportamiento que considera que se esperan de él. Ana Notivoli, explicó que «los niños no nacen malos, pero no encuentran otra herramienta para mostrar o calmar su frustración. La etiqueta de malo siempre va a pesar más que lo bueno que haga».
Asimismo, confesó que «me involucro mucho con los pacientes. Me pueden escribir cuando quieran y yo contesto cuando pueda, ya que mantener un espacio privado y personal es básico». Por supuesto, excepto en las crisis que requieren atención inmediata, riesgos de suicidio especialmente. «Además, tengo un mantra: no todos mis pacientes necesitan mi ayuda igual. Trabajar con niños y adolescentes me resulta fácil, lo difícil es cuando un niño no quiere entrar a la consulta, y muchas veces ni siquiera necesitan mucha ayuda. La predisposición es fundamental».
Trastornos más comunes en niños y adolescentes
Marta Guarch-Rubio se interesó por saber qué trastornos predominan, y en este caso Notivoli lo tuvo claro: «Mucha ansiedad, y es algo que socialmente se minusvalora y se le quita importancia, fobias de muchos tipos, agobio en los estudios, TDAH, muchas autolesiones, con un aumento significativo en los últimos 10-15 años, y autismo, en un nivel que antes se diagnosticaba como Síndrome de Asperger, normalmente sin diagnosticar hasta los 10-12 años, y que presentan problemas en las relaciones sociales y obsesiones». Aunque lo tuvo claro: «Para mí, lo más grave son los trastornos de la conducta alimenticia (TCA) en población infantil, desde los 8 años. Cuando empiezan tan jóvenes, las consecuencias son más profundas y la salida mucho más difícil»
En el tramo final se abordó el problema de los apegos patológicos, que en realidad «no responden a un patrón o modelo de familia. Hay familias con medios, estructuradas, funcionales, que dan el sustento material pero no validan emocionalmente a los niños y jóvenes. No toman en serio sus emociones, temores, sufrimiento, y muchos buscan el apego fuera o crean inseguridades. En ocasiones las fobias se transmiten. O incluso se agravan los problemas, como las niñas bulímicas con padres que han reforzado la idea de “estás gordita” y, cuando empieza a vomitar y perder peso, sin saberlo aún la familia, le dicen lo guapa y bien que está, reforzando un patrón de conducta autodestructivo con graves consecuencias». Marta Guarch aprovechó estas palabras para destacar la importancia de publicaciones como esta, porque proporcionan herramientas.
Para terminar, Ana Notivoli quiso matizar que, «evidentemente, no todas las familias lo hacen mal o tienen esa responsabilidad. Al final la gente lo hace lo mejor que sabe con las herramientas de las que dispone, y ahí radica la importancia de acudir a los profesionales», y hubo un momento para reivindicar «un mejor acceso a la salud pública para mejorar la salud mental, formación específica de los profesionales según patologías, edad, etc., facilitar el acceso a fuentes oficiales y veraces y luchar contra el intrusismo».