Convergencias estrena el ciclo con la sesión sobre Francisco Rallo Lahoz, un escultor de emociones y sentimientos
El pasado 19 de noviembre, con motivo del centenario del nacimiento del escultor Francisco Rallo Lahoz, la Universidad San Jorge organizó una charla-coloquio que se combinó con una visita guiada a la exposición «Francisco Rallo Lahoz, Infinitas Bellezas» del Museo Pablo Gargallo y, posteriormente, a la obra Pubertad (1985) del Espacio Recoveco.
La charla estuvo moderada por la docente de la Escuela de Arquitectura y Tecnología María Blasco, y acudieron alumnos de EARTE de la USJ y también de la USJ Sénior.
En el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, de la mano de la comisaria de la exposición Derirée Orús, se pudo visitar «Infinitas Bellezas», dedicada a la obra del escultor aragonés, y comentó que la muestra ofrece una visión única de su trayectoria artística, que contrasta la gran difusión de su obra pública con la escasa visibilidad de sus trabajos más íntimos.
Posteriormente, la charla-coloquio entre los hijos del escultor, Encarna y Paco Rallo, y Desirée Orús, ofreció una visión más humana y cercana de Francisco Rallo, como padre y artista. A través de sus relatos, se pudo conocer al hombre detrás de la obra: su profundo amor por la familia, su dedicación al trabajo, y su incansable curiosidad por el arte, la historia y la vida en general.
El escultor nació en Alcañiz, aunque siempre se consideró zaragozano. A lo largo de su carrera, se mantuvo fuertemente vinculado a la tierra aragonesa, colaborando con arquitectos y artistas locales y defendiendo siempre el valor del arte como una profesión digna y respetable. Su taller, ubicado en la Calle Madre Sacramento 59, se convirtió en un espacio de creación y escaparate, ya que tal y como confirmaba su hijo Paco: «Todos los niños que salían del colegio Costa se aproximaban a la gran cristalera del taller para poder observar. Era un lugar mágico.»
Acompañados los participantes del encuentro por Encarna y Paco Rallo, se visitó la obra Pubertad en el Espacio Recoveco. Allí desvelaron que es la obra por la que más apego sintió tanto el artista, como la familia, ya que siempre ha permanecido con ellos. El escultor recibió el encargo de realizar la obra en un tronco de ébano y, dado que se iba acabar desprendiendo de ella y que nunca más la podría disfrutar, decidió hacer un molde para replicar la obra en un vaciado de escayola, que fue posteriormente patinado cuidadosamente para darle toda la elegante apariencia del material original de la pieza.
La obra Pubertad puede visitarse en el Espacio Recoveco del Edificio Grupo San Valero hasta el próximo 28 de noviembre.