Siempre quise ser publicista o dedicarme a la comunicación, pero ni he sido la persona más creativa ni la más comunicativa. Así que, al final, estudié Publicidad, además de por una larga lista de causalidades, porque vi en esta carrera un reto donde la creatividad, estrategia y psicología iban a ser mis herramientas para desarrollarme profesionalmente. En mi caso, no nací con una vocación muy marcada, sino que fue algo que construí por el camino hasta el día de hoy.

Si ya de por sí seleccionar un grado fue complicado, elegir el lugar donde hacerlo fue otra decisión a la que tuve que darle un par de vueltas. Publicidad y Relaciones Públicas es una carrera que se ha popularizado mucho en los últimos años porque, ¿a quién no le resulta al menos interesante pensar en acabar ideando el anuncio de Navidad de la lotería o trabajando en un departamento de marketing de Tinder? Y por ello, hay muchas universidades que ahora lo imparten. Sin embargo, la opción de poder formarme en Zaragoza, con un seguimiento personalizado y con todas las prestaciones que una universidad puntera como la USJ ofrece, me hizo decantarme por ella.

Recuerdo que fueron años donde te encuentras a ti mismo, donde dejas atrás una etapa de estudio que solo se basaba en la absorción de conocimiento, y empiezas a desarrollar un pensamiento crítico, fortaleces la toma de decisiones y empiezas a aplicar lo aprendido sin que caiga en saco roto. Fueron unos años sobre todo muy divertidos, en los que tocó hincar los codos como el que más, en los que no hubo tiempo para aburrirse y en los que aprendí mucho de compañeros y profesores.

Todos dejan huella de una forma u otra. En el momento no eres consciente, pero a los años, cuando te ves trabajando en un proyecto de branding para el Circo del Sol, dices, “qué razón tenía Fernando Carcavilla cuando nos explicaba en la asignatura de Branding que la creatividad está en hacerlo simple y que se entienda”. O cuando estás diseñando el concepto para el nuevo Museo del Santiago Bernabéu y recuerdas las clases de diseño con Manu Viñas. La USJ tiene profesores entregados a sus alumnos y que les ayudan a entender el oficio y la industria.

Cuando terminé la universidad tenía claro que quería empezar a rodar cuanto antes. La universidad es un lugar muy bueno para aprender y ensayar, pero como bien indica la palabra “prácticas”, hay que practicar lo aprendido, y Zaragoza tiene muchas empresas dispuestas a abrirte las puertas por unos meses. En ese momento te preguntas si quieres trabajar en agencia o a nivel corporativo, si quieres hacerlo en un departamento de marketing o como publicista… Eres un mar de dudas y cuando acabas las prácticas te das cuenta de que lo más importante no era la empresa o el puesto (que también es importante), sino saber cómo funciona un negocio.

Yo tuve la suerte e iniciativa (porque hay que moverse bien) de hacer 3 prácticas diferentes mientras cursaba el grado. Unas como creativo en Stuart Branding Studio, otras como Junior Marketing Executive en Altafit y unas últimas también como Junior Marketing Executive en Startup Grind by Google. Todas ellas me aportaron cosas diferentes y creo que probar cosas distintas me hizo ver qué es lo que yo quería en un futuro profesional.

El poder formarme en 3 empresas diferentes me hizo ganar experiencia multidisciplinaria y trabajar en proyectos muy diferentes, desde la gestión de marketing de Aramón durante la campaña navideña en Stuart Branding Studio, una campaña de Inbound Marketing (captar nuevos clientes) durante el verano para Altafit, hasta la organización de un evento para Startup Grind con el CEO de BlaBlaCar.

Acabé la carrera en junio del 2019, y el 17 de agosto, mi pareja y yo, también estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas en la USJ, volamos a Londres para mejorar el inglés y ver qué nos ofrecía esta macrociudad profesionalmente. Estuvimos trabajando unos 10 meses en restauración, y llegó la hora de empezar a echar currículums de ‘lo nuestro’. Me llevó un par de meses encontrar mi primer trabajo y lidiar con el síndrome del impostor.

Empecé trabajando como Junior Content Strategist en Little Dot Studios, una agencia de contenido que me contrató para trabajar con las cuentas de Eurosport y Urban Roosters. Tuve la suerte de coincidir con el proyecto de los Juegos Olímpicos de Tokio, un proyecto muy emocionante, pero en el que trabajamos largas noches por la diferencia horaria.

Tras casi 2 años en esa empresa y habiendo ganado experiencia en estrategia de contenido, me entró el gusanillo por la gestión de marca de nuevo y quise girar un poco mi rumbo. Legends, una consultoría global que trabaja con algunas de las marcas de deportes y entretenimiento más importantes, me contrató como Creative Specialist. Y hace 2 meses me ascendieron a Manager de Servicios Creativos de Legends International. Vinimos para 6 meses, y ahora 5 años después (y con la vitamina D por los suelos por la falta de sol), creo que nos ha salido bien la jugada, pero con mucho trabajo y, sobre todo, disfrutando del camino.

Cuando escuchas “consultoría” igual suena aburrido, pero trabajar en Legends International como Manager del departamento creativo es totalmente lo contrario. Legends es una consultoría 360 que ofrece todo tipo de servicios a clientes cuyo valor gira en torno a una experiencia, desde clubes de fútbol como el FC Barcelona, hasta el campeonato del mundo de Pokémon. En el departamento creativo trabajamos por un lado a nivel corporativo, desarrollando estrategia de marca y marketing para Legends como empresa, y por otro lado, ofreciendo soluciones creativas de diseño y marca, directamente a clientes.

Valoro mucho enfrentarme a retos nuevos constantemente, y en Legends cada día es diferente. Además, al ser una empresa global y gran parte de mi equipo encontrarse en Dallas, me permite conocer a gente de todo el mundo y viajar. Si hace unos años me hubiesen dicho que podría sentarme en una mesa con mis compañeros de equipo a pensar en soluciones creativas para clientes como los Juegos Olímpicos de París, habría dicho “dónde hay que firmar”.

Estoy muy agradecido por lo que esta ciudad me ha aportado, pero también es verdad que no es fácil, ni es para todos, irse a vivir al extranjero, con una pandemia de por medio, con un país que de repente decide que ya no es amigui de Europa, y una ciudad con mucha oferta, pero también con mucha competencia para todo, incluso para encontrar piso.

Hace unos meses que digo que creo que tras mucho tiempo buscando algo, que no sabía muy bien qué era, creo que lo he encontrado y estoy en un sitio que me gusta a nivel personal y profesional. Desde pequeños vamos subiendo escalones, pasando por colegio, instituto, universidad, vida laboral… y cuando te das cuenta, no has tenido un momento para tomarte un respiro. Pues ahora mi vida en Londres está en ese momento de disfrute, viajando todo lo que puedo y retomando hobbies que igual he perdido por el camino por culpa de esa continua búsqueda de dios sabe qué.

Lo que más me gusta de Londres es la cerveza, los planes alternativos, la multiculturalidad, los parques, la fotografía, los vuelos más baratos, los Sunday roast… Y lo que menos la lluvia, fish & chips, pagar hasta por respirar, el ruido, el agua caliente a la izquierda del grifo, el metro a las 8 de la mañana, que sea de noche a las 3 de la tarde, los enchufes…

Así que lo que más echo de menos de Zaragoza y España es, sin duda, las croquetas y el sol. También las terrazas, el tomate con sabor, el Mercadona, mis amigos, mi familia, mi perra, Pilares, las persianas, el ColaCao, el sentido del humor, el aceite de oliva, las pipas, la ‘ñ’ en el teclado…

Dije que venía a Londres por 6 meses y llevo casi 5 años, pero tengo la idea de volver a España pronto. Tengo la suerte de que mi empresa tiene oficinas en Madrid, así que todo apunta a que acabaremos en la capital.

Hasta ahora, esta experiencia, a nivel profesional, me ha abierto la puerta a empresas muy importantes, a aprender cómo trabajar con gente de todo el mundo y, sobre todo, lo más obvio es que me ha permitido construir una carrera utilizando un idioma diferente.

A nivel personal, me ha abierto los ojos para entender la complejidad de conseguir el trabajo de tus sueños y cómo lidiar con falsas expectativas que siempre tenemos cuando empezamos nuestras carreras. Pienso que es muy bueno establecerse objetivos y soñar, pero también pienso que es importante saber controlar esas aspiraciones para no caer en la frustración. Somos mucha gente, hay gente muy válida en todos sitios, y lo importante es ceñirte a tus objetivos sin olvidarte de aprender de los demás. Y, por supuesto, me ha ayudado a valorar lo que hay en casa; con sus más y sus menos, en España se vive muy, muy bien.

Por suerte, mantengo contacto con muchos de mis antiguos compañeros de clase y charlamos de vez en cuando. A aquellos sobre los que no he escuchado desde entonces, me gustaría decirles que espero que les vaya genial porque son gente muy talentosa y, sobre todo, que estén felices allá donde estén.

Bruno Jaulin