Hay personas que se van de nuestras vidas con una grandísima entereza y con la infinita paz que proporciona el sentirse acogido en la Casa con mayúscula, como ella repetía en nuestras últimas conversaciones.

Los maestros a los que formó y los discípulos de las universidades en las que transmitió su profundo conocimiento María Victoria Arruga, entre las que se cuenta la Universidad San Jorge, nos sentimos hoy profundamente huérfanos de su saber. Una enfermedad repentina nos la ha arrebatado de las aulas de USJ Sénior.

La catedrática Arruga fue una investigadora brillante y una persona sabia, a la par que generosa y entregada, que supo conjugar como nadie fe y razón. Gozó de una sensibilidad y una dulzura que solo muestran los seres puros de corazón. A nuestra tristeza al conocer que se le escapaba la vida ella correspondía con su eterna sonrisa, teniendo para todos nosotros las más hermosas palabras y los más bellos gestos. Estos encontraron su réplica en espontáneos mensajes que nuestros queridos alumnos le dedicaron en un reciente libro de oro, cuya entrega vivió emocionada.

A la maestra volcada en la enseñanza de la genética y la epigenética, y con una mayúscula pasión por la ciencia, la investigación y el rigor, agradecemos su magisterio imborrable, su enseñanza no perecedera, su humanidad inconmensurable. Nos deja la poderosa estela de la USJ Sénior, gracias a ella nació este proyecto tan entrañable de nuestra universidad, y también de una gran docente, de estudio perseverante y pluma aguerrida. Loada por sus discípulos, querida por sus amigos y muy amada por sus próximos, estará por siempre en nuestro corazón, como lo estarán su entusiasmo y felicidad desbordante, además de su noble ejemplo, nuestra gran inspiración.

Así te vas, de forma silente pero victoriosa, pues tú, Victoria, como nadie, has sabido enfrentar, con tu arrolladora presencia, el descanso eterno. Y, como tú bien anunciaste en tus últimos días, quedaremos unidos para siempre a ti, aunque no te veamos. El firmamento se tiñe hoy de un arco iris que dibuja una sonrisa directa hacia el alma y una luz centelleante brilla en el horizonte. Descansa en paz.

Lourdes Diego – USJ Sénior